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(Mi regalo para ti, Auxi)Los sueños se le agolpan entre esos muros de piedra que aparecían entre su mirada y el recelo de un pasado que vuelve una y otra vez.
Alrededor de su aura mágica de color azul, algunos días y dorado casi siempre, se asientan sus sentimientos, sin tener nada para ella misma. Lo abarca todo con sus brazos y su mirada cálida y segura.
No tiene nada porque todo lo da.
Al encenderse la luz de la mañana en su ventana, deja entrar esa ráfaga de aire fresco que la envuelve y la guía.
Y la acerca a mi lado, donde guardo esos pensamientos y anhelos que sólo unos pocos conocen, atesorándose entre las estrellas para reflejar la voluntad de llegar más allá, hacia el cielo, donde habita su corazón.
Dentro del mío también, abierto para ella todos mis días.
No existe rayo de luz que no tenga que ver con ese halo de ilusión que la rodea, y que nos alcanza a todos, hasta formarnos poco a poco, moldeándonos como siempre, entre los vaivenes que da la vida y que nos alejan y nos vuelve a encontrar.
Una y otra vez.
Por eso sé que los sueños se arremolinan en torno a ella, para dar espacio a los colores que la enmarcan con un mundo que definitivamente será suyo hasta el final.
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