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Después de todo, no creí saber
nada.
La niebla fue disipando
lentamente los pensamientos amargos que me sobrecogían...
Era un nuevo día, sin estrenar, y
no sabía qué hacer con él.
Probando volar otra vez,
siguiendo al viento que no siempre me dejaba soñar...
Cuando el camino se volvía
angosto, y me aprisionaban los malos recuerdos, entonces, me dejaba llevar
hasta dejar de sentir.
La luz del amanecer hacía que una
nueva mirada asomara por el quicio de la puerta, llevándome a otra dimensión.
En la que era yo misma de nuevo.
Ya sólo me queda un paso más para
poder volar definitivamente.
Un paso y entenderé por qué estoy
aquí.
Vacilante y con dudas.
Dudas que,
después de todo, forman parte de mí.
Para poder empezar a sentir.
No se acaba el tiempo para mí.
Sólo hay que esperar un poco más
y dejarse llevar de todas formas.
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