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A veces, mi mente se nubla y recorre aquellos sueños que se acercaban a mí desde lejos, cargados con la humedad del invierno, añorando la mágica luz que se filtraba entre las rendijas de mis pensamientos...
A veces, aquel latido vuelve a colarse entre mis venas, provocando aquella noción de libertad que no tenía, cuando se ataban los nudos de mis palabras a otra vida.
A veces, la sensación de esa profundidad dentro de mi cuerpo, me inunda y me sobrecoge, entre las tardes de otoño y el calor del verano... Creando expectativas de lo que vendrá mañana, mezclando el deseo de ser, con la risa de la verdad llenando mi corazón.
A veces, me parezco y no soy yo. Al abrir los ojos fuera del horizonte que me llevaba sin fuerzas, anclando el presente entre el marco y los talones. Consiguiendo minutos al tiempo que no tuve, y tejiendo aquellas lágrimas que me quemaban.
Por eso, a veces, busco entre esos días teniéndote cerca y me reconforto. Las palabras que burbujean a mi alrededor y que ya tienen sentido. Como cuando te miro y me descubro allí, con las manos llenas y la sonrisa, en esa quietud que sólo me das, en este momento en el que ya no quiero nada más...
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