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Se para el tiempo y pasa a cuenta
gotas los momentos que espero…
Y se traducen las tardes en
sentimientos
volando contrapuestos cuando me acercan a ti…
No me queda más
que la intensidad de lo que llevo dentro…
Ese espacio corto en el que
esperan las miradas lejanas,
para ahondar sin fondo, y no tener cobijo.
Se para el tiempo porque no
llegas…
Y ese horizonte cargado de luz,
retumbando en los sentidos,
cubriéndome de música, ahora que ya te tengo.
Entre tus manos me pierdo y me fundo en un amago de sueños quietos,
construyendo el camino piedra a piedra.
Allí, al fondo, donde se vislumbra
nuestra vida
mezclándose las esperanzas.
Se sortean los entresijos que nos
vamos encontrando como tropezones,
para dar un paso más corto.
Se acelera el tiempo cuando estás
conmigo…
Y no acierto a contar el rosario de minutos
que se esfuman sin
haberlos consumido…
No lleno el aire de palabras y momentos de silencio
en el
que nos lo contamos todo…
Se adormecen las ideas y se escurren entre los dedos,
para dejarme insatisfecha.
Las horas son más cortas.
No entiendo a dónde van
cuando estamos juntos,
sin saber cómo ni cuándo se fugaron.
Vuelve a pararse el tiempo cuando
te marchas…
Y se esconde en el camino, para
no dejar estelas…
Mientras cierro los ojos e intento retenerte, un segundo más…
con el eco de tu voz aún en mis oídos,
con una ráfaga de aliento en el que se
quedó un beso dormido…
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