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Retumban los golpes de sonido de la tarde que se marcha, dejando
paso al frío intenso de la noche, con su color azul envolvente, oscuro y
siniestro…
El vaho de los suspiros se escapa convirtiendo en escarcha las
palabras vacías y sin sentido. Es la trampa de los turbios pensamientos en la
soledad tardía.
Las calles se llenan de luces apagadas y tristes, como mis sueños
aciagos, acumulando segundos de amargura y sinrazón.
Sin ganas de nada, sin nada que hacer, ganando al tedio en su afán
por derrotarme. Lágrimas de impotencia que se mezclan con el frío y me provocan
espasmos de añoranza…
Todo tiende a desaparecer en un segundo, mezclando las ansias y el
anhelo. Sólo necesito un momento para evaporar el cúmulo de lágrimas estancadas
y dar rienda suelta a la felicidad.
Esa que llevo a raudales y no pesa.
Se
escapan entre los dedos la risa olvidada, en la que no tengo manchas ni
aristas, dejando la estrechez de miras y el largo camino del egoísmo
entretejiendo palabras sin música.
Apareciendo la luz, como siempre, en el
momento en que siento tus ojos posarse en mi corazón.
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