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Se alejan tus pasos en la calle, mirando hacia atrás y sintiendo el vacío que va dejando la estela de luz que cruza el camino.
La noche acompaña tu silueta solitaria, mientras el cántico queda dormido, lejos asoma la lágrima queda, roma y marchita del sueño prohibido.
Un halo de luz cristalina baila al compás de las velas que apagan el día y encienden las horas solitarias.
Tal vez más tarde, el destino se cruce y olvide. Ahora asoma la despedida y el anhelo de volver a verte mañana...
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