lunes, 4 de noviembre de 2013

DÍA 20

DÍA 20

Hoy he hecho uno segundo mejor que el último día, que, ¿por qué sólo un segundo?. 
Os lo cuento: 
Iba yo corriendo tranquilamente por el Parque del Príncipe, cuando vislumbro a lo lejos una figura que, así de pronto, me pareció mi viejino favorito... 
Llevaba puesto un pantalón de chándal, una camiseta blanca y lo que parecía una gorra blanca también. Hacía estiramientos con los brazos, los llevaba hacia arriba y luego bajaba, supuestamente hasta tocar con los dedos el suelo (claro, que él llegaba con los dedos hasta la rodilla, no más), cuando me acerco y compruebo que, efectivamente, es mi viejino haciendo gimnasia, me doy cuenta que lo que parecía una gorra era en realidad... ¡un pañuelo blanco, al estilo rural!. Es decir, con un nudo en cada esquina. 
1º.- No hacía sol, por lo que era un poco absurdo lo del pañuelo. 
2º.- Corría un vientecillo, que no le iba a durar el tocado ni 2 minutos. A lo mejor es que tenía frío en la calva... 
En esto que me ve y me grita: RUBIAAAAAA! (¿rubia?, miro hacia los lados y no hay nadie más, sería yo?...) y sigue diciéndome a grito “pelao”: ¿DÓNDE HAS DEJADO LOS RIZOOOOSS? (con el consiguiente susto de dos pájaros que estaban bebiendo de la fuente). 
Ufff!!!!. No sé qué me estaba imaginando ya... cuando de repente caigo que yo, a veces, me rizo el pelo con una plancha de esas que te lo queda como si te hubieras dejado toda la noche las trecitas hechas, y al deshacerlas por la mañana, te queda el pelo ondulado, al estilo “jipi”. Y entonces le contesto: ME LOS HE QUEDADO EN CASAAAAAAA! (otros tres pájaros, asustados, remontan el vuelo desde un árbol) y por supuesto, me da un ataque de risa. 
Claro que, a mi, cualquier cosa me provoca un ataque de risa, y se me va la fuerza... por eso, sólo me he superado en un triste segundo. Aunque algo es algo y yo me conformo con poco. Hasta el miércoles.

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