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Miraba la luna haciéndome
mil preguntas.
La garganta se me cerraba
en un sollozo mudo,
desesperado, doloroso,
como de mil espinas clavadas.
El grito que pugnaba por
salir y que no rompió nunca...
Repetía una y otra vez
tu nombre,
para sentirte, para no
olvidarte,
pintando en el aire tu
sonrisa,
mientras caía el frío de
la noche en mis heridas...
Creía que vendrías
alguna vez,
para abrazarme y sentir
tu piel con mi piel...
pero me encuentro atada a
la luz
y no recojo sonrisas ni
credos...
Sólo tengo sombras en un
pasillo y un murmullo...
No sabría qué decirte
si te viera,
porque ya no soy yo,
ni tú eres aquel....
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